Domingo, 7 de la mañana
Hoy hago de tita. Duermo con mi sobrino y un amigo, ambos de 5 años. Si sumamos las edades aún se me quedarían pequeños, aunque me gusta eso de ir haciendome mayor.
Han decidido que las 7 de la mañana era una hora prudente para despertarse. Me he acercado a su habitación cuando he escuchado el revuelo y mi sobrino me cuenta que Drácula ha estado esta noche en casa. Como sé que es un asustón trato de convencerle de que eso es imposible, que Drácula no existe, pero me dice que lo ha visto, que tiene unos colmillos enormes y que él mismo ha escuchado los pasos.
Esto me hace pensar que, de adultos, seguimos haciendo lo mismo, aunque de una manera más sofisticada, a través del mecanismo de la "tergiversación". Miles de veces he creído que algo ha ocurrido de una manera o que alguien me dijo algo "x" y he estado completamente convencida de ello. Después me han dicho: "que no, que eso no ha sido así, no recuerdas que..." Yo creo que es un exacervamiento de rasgos paranoides para tener pruebas de realidad que nos sirvan para corroborar hipótesis que tenemos en algún lugar de nuestra corteza cerebral.
Qué curioso que este funcionamiento, como todos, se forjen en la infancia.
Viendo Astérix y Obélix se borra todo lo anterior y alimentamos esa parte peque que comprueba que los buenos, son tan buenos, que no hace falta que los malos sean tan malos.
1 comentario
lesënok -
me iba a meter debajo de la cama!!!! jajajajajaajajajajaaja