Naipes, confesiones y peloteo...
Nuestra primera Biblioteca Real de carácter público vino de la mano de Felipe V y de su deseo de caer bien al españolito dieciochesco que miraba con recelo a un francés victorioso, no sé qué duque de Anjou...
Su confesor, Pierre de Robinet le aconseja que haga una biblioteca de carácter público con todos los fondos que el rey había traído de Francia, los acumulados por los Habsburgo y los encautados a los perdedores de la guerra de Sucesión...
Además, entró en vigor el depósito legal; de todas las impresiones nuevas que se hicieran en el territorio nacional se habría de poner una copia allí (actualmente se ha ampliado a todos los documentos electrónicos en cualquier soporte).
Como detalle comentar que fue pública, menos para las mujeres, cuya entrada fue vetada hasta 1837...
Todo esto se se financió a través de los impuestos recaudados de alcohol y naipes (también idea del jesuita Pierre).
Historia trágica con final feliz.
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